El edadismo es, según la RAE, un tipo de discriminación por razón de edad, que sufren, especialmente, las personas mayores o ancianas.
En el ámbito laboral, esta discriminación se manifiesta en la dificultad de encontrar trabajo en ciertos sectores una vez alcanzados los 45 años. Esta discriminación afecta a los ingresos, a la capacidad de independencia y, por tanto, a la calidad de vida de estas personas, con repercusiones en su salud tanto física como mental.
Según el estudio de la Fundación Adecco “#EmpleoParaTodas. La mujer en riesgo de exclusión”, de marzo de 2024, la tasa de empleo de las mujeres entre 50 y 54 años es del 79,99%, mientras que en los hombres es del 90,32%, lo que supone una diferencia de más de 10 puntos. Lo mismo ocurre, como podemos ver en la tabla, en la tasa de empleo que presentan las mujeres de 60 a 64 años (52,59%), mientras que, en los hombres, esta es del 61,61%. La desigualdad es evidente.
Como vemos, las mujeres sufren en mayor medida esta discriminación, que se acentúa, además, por el hecho mismo de ser mujeres, sufriendo una doble discriminación.
Según el informe “La discriminación por razón de edad en España” del Observatorio del Edadismo de 2020, las mujeres sufren especial discriminación cuando, por el hecho de ser mujeres, se les atribuye el “cuidado de otros, especialmente, nietos y nietas”, lo que repercute en su estilo de vida, ocio, desarrollo personal, etc.
Y por supuesto son las mujeres las que en mayor medida han contribuido a los cuidados y tareas del hogar (lo que implica bien un salario precario o bien la realización de estas tareas de manera gratuita), se ven desprotegidas ante una pensión de jubilación precaria con la que apenas pueden subsistir.
Según el mismo informe, a mediados del año 2019, la pensión de jubilación media de los hombres era de unos 1200€, mientras que el de las mujeres no alcanzaba los 800€ (muchas mujeres recibían la pensión de viudedad, que no alcanza los 700€). Esto implica una brecha de género importante cuando comparamos con las jubilaciones que pueden percibir los hombres que se han dedicado a trabajos más formales, con salarios y contratos dignos y estables.
Esta doble discriminación tiene sus consecuencias: las mujeres, sufren el deterioro de su salud física (enfermedades cardíacas, hipertensión, etc.), así como pueden desarrollar problemas de salud mental (depresión, ansiedad, etc.).
Entre otras soluciones para disminuir y erradicar esta forma de discriminación, será necesaria la sensibilización en esta materia, así como la implementación de políticas públicas que incentiven la contratación o programas de reinserción de las personas mayores (que hayan estado en situación de desempleo por un largo periodo de tiempo), fomentar la cultura de la inclusión, y de igualdad en las empresas, etc.